Estábamos comiendo un asadito hace unos meses en lo de Andy cuando el cabezón nos dice “CHE, ME CASO … me ponés el vacío un rato más en el fuego que todavía respira?! ”. Así nomás. Así de una. Así como llamás al delivery. Tipo duro si los hay, el clon vernáculo de Bruce Willis con pelo no se quebró ni en el civil, ni en el casorio, ni en la despedida.
Tiempo después revivimos el clásico homenaje a Jim Morrison en nuestro querido “Giuliano”, y jamón y morrones de por medio nos contó cómo venían los preparativos, que el vinito y el champú, que todavía no sabía donde se iba de luna de miel, y cómo venían las amigas de Romi, o sea todo lo que los amigos del novio quieren saber. O sea que de los centros de mesa, ni noticia. Llegó temprano el cabezón. Y estaba más charleta que de costumbre. Síntoma inequívoco de felicidad y locura. Igual el “perdimos a un duro” nos va a durar un tiempo.
PRIMER PISO, EL CIVIL
La charla. La libreta. La nena.
CHE DÓNDE QUEDA MERCEDES?
Aclaro que con bastante anticipación el cabezón nos avisó que era en Mercedes provincia de Buenos Aires. Aclaro también que nos dijo que reservemos con tiempo habitación de hotel porque Mercedes ya no es lo que era allá por el 35, 36… ahora hay joda todas las semanas. Sino es el motocross, es la picada extrema, casamientos, fiestas de 15, del salamín, del salamín de 15, así que ta difícil conseguir lugar para pernoctar, donde no te coman el hígado. Andy y Mauro consiguieron habitación al toque. Claro ellos tienen novia! Yo, llamé 3 días antes y estaba todo completo. Ni simple, ni doble, ni triple. Quedaba un cuartito al fondo en Gowland, una localidad cercana, pero no daba. El plan B era bañarme y cambiarme en algún lugar (siempre hay un arroyo en estos lugares del interior) y después de la festichola retornar rumbo a buenos aires en la camioneta que el flamante matrimonio había puesto a disposición de los que no quieren terminar probando el asfalto como el Rodrigo, Gilda y Olmedo.
El sabado a las 9 AM amanecí con mi resaca de los sábados a las 9 AM y después de tomar el nesquick de rigor (porque sigo en etapa de crecimiento desde 1980) agarré el jetra, los tamangos y la mochila de patricio rey y los pasé a buscar a mis compañeros de ruta y sus respectivas señoras. Agarramos Balbín y después no me acuerdo. Como copiloto soy un desastre. Sólo escuché que el hombre del volante no tenía mapa pero que había escuchado que había que agarrar por acceso oeste, en una charla con el cabezón, hace un largo tiempo. El tema del día era la cara que ibamos a poner para la foto de seguridad en el peaje. Todo derivó en las teorías conspirativas sobre los pomar, los parientes, la sra que le había fiado dos atados de puchos, pasamos por la posibilidad de que la real academia de la lengua española modifique el término “empomar” y después de pasar dos dunas rojos al mando de viejos hechos mierda que ponían cara de “si, flaco. Me paran cada
Bajé al lobby y pedí que me recomienden dónde podíamos ir a morfar, mientras las parejas amigas “se tomaban su tiempo” para desarmar el valijerío. La grosa de la recepción nos tiró un bodegón de novela. Los viejos que se juntaban a inventar anécdotas épicas mientras se tomaban unos copetines, los choborras del fondo con la panera vacía y nosotros, los forasteros.

Lo bueno de morfar “tieshadentro” es que no te venden humo: la carta tenía 5 páginas de escabio y en la última media carilla podías elegir los ingredientes para armar tu picada a gusto y piacere. Picada para 5, lo dejo a tu criterio – le dije al mozo mientras nos miramos todos con cara de “ahora nos vacunan, langosta, caviar, don perignon” y después si querés llorar, llorá. Después de pagar, obvio. La picada resultó un golazo,
Salimos de ahí en busca de algún dulce, y a las pocas cuadras nos cruzamos con Don Alberto. Ricos helados y buena variedad tiene don Alberto. Munidos del helado comenzamos el microtur para conocer los emblemas mercedinos, y de paso ganar referencias ideales para saber que camino tomar en caso de que se arme alguna trifulca. Visitamos
La hora de la siesta se había secuestrado a casi toda la población de la zona, como es ley en el interior. Nosotros deambulábamos chochos de contentos cuando una kioskera nos cambió un billete de 100! (ESTO EN CAPITAL NO PASA) al comprar unas aguas para bajar el helado. Llegamos a la plaza y nos apoltronamos en un banco para contemplar una estatua de san martín acompañado de una extraña señora con plantas en la mano, que ahora que lo pienso bien podría ser la que le dio nombre a la ciudad, pero bueno en ese momento con el colesterol en sangre y el sol que pegaba de refilón, la rebautizamos santa frula.

Finalmente el sueño se apoderó de nosotros, y como en la película “la niebla”, y nos arrastramos como pudimos al hotel para echarnos una siestón reparador. Viste en el interior si sos de capital ya te miran de reojo, gringo. Y si encima no dormís siesta …